Restauración de un Ricobus

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17/Nov/2008, 17:04,   Autor: ss307

https://web.archive.org/web/20110226113639/http://blog.saloncolempi.com/2008/09/aquellos-maravillosos-juguetes-el-rico.html

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Para muchos de nosotros, sobre todo, los que andamos en la treintera (y pico), Juguetes Rico es sinónimo de exclusividad y deseo.

Hablar de Rico era como hablar del Ferrari de los juguetes, del culmen de los deseos de cualquier niño. Era el primer juguete en la lista de los Reyes Magos, un año tras otro, el típico juguete que al verlo siempre decías "me lo pido". En las épocas navideñas, a la hora de la programación infantil (que sigue siendo la misma que ahora, con la diferencia que ahora se emite basura del corazón y antes se emitían programas educativos), la pausa para los anuncios era lo mejor de la tarde. La emoción se disparaba cuando salía el inefable Santi de Rico, con su gorra roja,anunciando el Mercedes alpino, o el Ricobús, o el Porsche 928 (al que se le levantaban las luces) o el Mercedes Todoterreno ¡Teledirigido! como por arte de magia o brujería, o de la supercocina, el juguete más deseado de las niñas de la época.

El encanto de los juguetes de Rico (Me refiero a los de los finales de los 70 y principios de los 80) eran principalmente dos:

Su mastodóntico tamaño, fuera cual fuera y que ejercía cuan poderoso imán de las miradas de cualquier niño.

La tecnología aplicada, que los hacía únicos ya que no era común en aquella época ver juguetes con intermitencias, claxon, motor de arranque y faros escamoteables.

Esos dos factores convirtieron las piezas de Rico en juguetes poco menos que inalcanzables para la mayoría de los hogares de la época, y la única solución era quedarse pegado horas y horas en el escaparate de la juguetería contemplando tan reluciente, tan grande y tan bonito, el Mercedes, Porsche o Pegaso de nuestros sueños. Recuerdo que en la extinta Juguetería Polo de Palencia y en un antiguo supermercado de mi pueblo, en el que tenían de todo, en navidades tenían un Ricobús (debía ser el año 78) y debajo, rotulado, su prohibitivo precio, 5.500 pesetas. Un precio que no estaba ni mucho menos al alcance de todos los hogares y que por una parte elevó a la marca al Olimpo de los juguetes y por otra, la llevó a la quiebra.

En el artículo de hoy, escribiré sobre todo un clásico de la marca, el Rico-bus. Un autobús gigante, hecho casi a medida de los clicks de Playmobil (En aquella época, Famóbil) con el que muchos niños de entonces soñamos hasta la extenuación, y que muchos nunca pudimos tenerlo... hasta hoy.


El autobús de Rico está construído sobre una base Mercedes Benz, cuyo frontal sí me resulta familiar, pero no ocurre lo mismo con la zaga. Se trata de una pieza enteramente construída en plástico, tanto chasis como carrocería, compartiendo algunos componentes con el Pegaso Transinter (Luces delanteras, bocina del claxon, retrovisores). Disponible inicialmente en tres colores (Gris, azul y amarillo) me consta la existencia de alguno en rojo y algún otro en blanco, realizado para el mercado exterior. El más habitual y el que nos ocupa hoy, el gris.

En cuanto al interior, reproduce un autobús urbano típico de la época. No es profuso en detalles pero está lo suficientemente bien reproduc¡do como para darle una buena nota. Existen versiones con los asientos en rojo y en negro. La más extendida en nuestro país es la primera. Dispone también de cuatro barras metálicas, que simulan las asideras de los autobuses, y que sirven para rigidizar todo el conjunto del juguete.



En cuanto a las funciones del mismo, están controladas por el mando a distancia y por un conmutador de tres posiciones colocadas en la parte trasera del chasis del autobús. Este conmutador cambia la funcionalidad de las luces del autobús, siendo:
  • Posición 1: Encendido constante de luces delanteras y traseras, y activación de las intermitencias al girar el volante, indicando la dirección.
  • Posición 2: Encendido intermitente de luces delanteras, traseras e intermitencias.
  • Posición 3: Encendido intermitente de luces delanteras, traseras e intermitencia al girar el volante, indicando la dirección.



Los botones del mando son cuatro, marcha adelante, marcha atrás (ambas funciones activan el encendido de las luces), arranque (vibración del autobús mediante el giro de una excéntrica) y campana de petición de parada. Todo ello mediante un sofisticado sistema de engranajes y dos motores, uno para la marcha delante/detrás y otro para las funciones de arranque y campanilla de parada.



Resaltar que todas las funciones del autobús son conseguidas mediante circuitos eléctricos e ingenios mecánicos, tal como la leva adosada al eje trasero que, abriendo y cerrando un circuito, hace funcionar las intermitencias. No hay absolutamente nada de electrónica, lo cual aumenta el encanto y valor del juguete por el ingenio que conlleva su diseño.



El ejemplar que ilustra el artículo está en mi poder desde hace una semana escasa. Lo pude comprar en la feria de Clásicos de Oviedo, al poco de abrir la feria, en la primera visita por los Stands. El estado general era bueno, parecía completo (y lo estaba, no le faltaba una sola pieza), aunque tenía una considerable capa de porquería encima.

Tras una meticulosa limpieza y restauración, ha aflorado un ejemplar apenas jugado, en un estado de conservación soberbio y cuyas únicas reparaciones han sido la fijación del motor al chasis (la pestaña de plástico se había roto, mal endémico de los Rico) y la reparación de la dirección, cuyo cable se había partido (otro mal endémico). Las pequeñas marcas de óxido interior se han pasivado con ácido fosfórico y el pegamento para la fijación del motor al chasis de ha camuflado con unos plásticos de un tono similar a la base.









Los cromados de la bocina del claxon, anagramas y retrovisores estaban algo tocados por el paso del tiempo. Se han restaurado, con un resultado satisfactorio, con Alclad Chrome y protección final de barniz.








En conclusión, toda una joya de finales de los 70 que luce hoy en día tal y como se merece un juguete de su categoría, tanto por su historia como por los recuerdos que nos evoca.


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